Desde los años ochenta, cuando menos, podemos rastrear en la prensa local noticias que anunciaban la puesta en marcha de un museo de la industria en Elche. Uno de los principales defensores de esta iniciativa siempre ha sido el Museo Escolar de Pusol, centro que, desde hace décadas, viene trabajando –por lo que respecta al patrimonio industrial- en una doble dirección: por un lado, en la creación de un fondo industrial, tanto de maquinaria como de archivos de fábricas, todo ello desinteresadamente donado por sus propietarios/as; por otro, en dar a conocer el valor de estas piezas y documentos, difundiendo en las páginas de El Setiet la importancia de su conservación como testimonios de la historia reciente de nuestra ciudad.

Pero el Museo Escolar no estaba solo en la defensa de esta iniciativa. Las voces de distintas personalidades ilicitanas -entre otras, la del recordado Sixto Marco- o las de empresarios de la ciudad se elevaban, a menudo, en diferentes foros y medios de comunicación, reivindicando la necesidad de contar en Elche con un museo de estas características, una infraestructura que albergara el rico patrimonio industrial que, por su propia razón de ser, desaparecía con rapidez y, con él, la huella de nuestra historia más vívida y cotidiana. Se reivindicaba un museo que no se limitara a conservar máquinas, sino que realizara otras actividades, pues, si no era así, se estaría ofreciendo demasiado poco a la sociedad. En nuestra opinión, un museo de la industria en Elche necesita que los ilicitanos e ilicitanas se integren en él y lo arropen con sus donaciones, su presencia y sus testimonios.

Durante los noventa, diversas máquinas procedentes de fábricas ilicitanas, sobre todo de calzado y artes gráficas, fueron donadas al Museo Escolar, que comenzó a custodiar una colección que, con el paso del tiempo, ha ido en aumento. Actualmente, el Museo posee un fondo compuesto por decenas de máquinas de diferentes sectores y épocas, fondo que podría constituir el germen de ese museo de la industria tantas veces revindicado en nuestra ciudad. El problema es que la mayor parte de este fondo no resulta visible, pues no se expone, encontrándose almacenado y en fase de restauración.

Así las cosas, recientemente, responsables de la Asociación Española de Empresas de Componentes para el Calzado (AEC) se pusieron en contacto con nosotros, ofreciendo su colaboración para restaurar la maquinaria que conservamos. Desde la AEC se trazaron como objetivo buscar financiación para intervenir, al menos, sobre una máquina al año, magnífica propuesta que, obviamente, fue aceptada por nuestra Junta. El equipo del Museo y el de la AEC trabajaron conjuntamente para dar forma a un convenio que contemplara esta colaboración, convenio que se firmó el pasado 20 de febrero en las instalaciones del Museo Escolar. El tiempo apremiaba, pues teníamos previsto dar a conocer este proyecto en Futurmoda, el salón internacional de la piel, componentes y maquinaria para el calzado y la marroquinería, previsto para los días 13 y 14 de marzo en la Institución Ferial Alicantina (IFA).

Gracias, también, al desvelo de algunos patronos de nuestra Junta y, por supuesto, gracias al excelente trabajo de la restauradora, Eva Mendiola, llegamos a tiempo a la cita en IFA. “Industrializarte” fue el título que se le dio a esta iniciativa, que despertó el interés del público y el de los medios que cubrieron el evento. A ello contribuyó la importancia de las piezas expuestas: una máquina “de coser puntas”, ya restaurada; y otra por restaurar, una gran troqueladora sobre la que en breve se actuará.

Esperamos que este proyecto puesto en marcha entre la AEC y el Museo Escolar de Pusol sirva para dar a conocer la importancia del patrimonio industrial y la necesidad de disponer en Elche de un museo que lo conserve. El marcado carácter industrial de Elche es el que ha dibujado la ciudad actual, en la que hoy nos reconocemos. La cultura de la sociedad ilicitana está impregnada de un fuerte marchamo fabril, riqueza que nuestro museo de la industria debería conservar y transmitir.

Autor: Rafa Martínez, director de la Fundación Proyecto Pusol.